Como una novela de Daniel Pennac abre, en una prosa que refresca cada paso del camino, la puerta a la reconciliación con el placer de la lectura. He pasado unas horas deliciosas leyéndolo. Me ha llevado a las tardes en verano de siesta obligada de mi infancia y al internado voluntario de mi adolescencia, con Tiluc y los animales de la selva canadiense, los cinco secretos, Tom Sawyer, Vol nocturn, o Cien años de soledad, cuando todavía quería ser Remedios la bella.
Os dejo su decálogo o derechos de los lectores, esos que no supimos o no osamos decir:
- El derecho a no leer
El derecho a saltarnos las páginas
El derecho a no terminar un libro
El derecho a releer
El derecho a leer cualquier cosa
El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual)
El derecho a leer en cualquier sitio
El derecho a hojear
El derecho a leer en voz alta
El derecho a callarnos
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